La gota es un tipo de artritis ocasionada por la acumulación de cristales de urato monosódico (que provienen del ácido úrico) en las articulaciones y tendones. Afecta de dos a cuatro veces más a hombres que a mujeres. El principal factor de riesgo para desarrollar gota son los niveles altos de ácido úrico en sangre (conocido como hiperuricemia). Los factores que contribuyen a su desarrollo son: la insuficiencia renal crónica, la obesidad, la carga genética (antecedente familiar de gota) y el consumo de alimentos ricos en ácido úrico como lo son: las carnes rojas, los mariscos, el alcohol y las bebidas azucaradas.
El cuadro clínico tipo consiste en un ataque de dolor muy intenso y enrojecimiento en el dedo gordo del pie (conocido como podagra) precedido, generalmente, por el consumo de alimentos ricos en ácido úrico. Cuando la enfermedad es crónica y no se ha tratado de forma adecuada, se pueden formar nodulaciones en diversas zonas del cuerpo (tofos) y deformar las articulaciones. Incluso, puede afectar otros órganos, como los riñones, favoreciendo la aparición de litos (pequeñas piedras o cálculos) que obstruyan las vías urinarias.
El diagnóstico de un ataque agudo de gota se realiza mediante la punción guiada por ultrasonido de la articulación involucrada, y posteriormente el análisis de ese líquido para demostrar la presencia de los cristales.
El tratamiento está orientado a disminuir los niveles de ácido úrico en sangre y en casos de ataque agudo, a aliviar el dolor y la inflamación. En todos los casos, se precisa mantener hábitos de alimentación saludable y evitar el consumo de productos alimenticios que contengan altos niveles de ácido úrico.