El síndrome de Sjögren es una enfermedad autoinmune crónica que afecta a menos del 1% de la población mundial, siendo las mujeres la población más comprometida. En el caso del síndrome de Sjögren, el sistema inmune ataca preferentemente a las glándulas que producen saliva y lágrimas, razón por la cual el síntoma cardinal es la resequedad en ojos y boca.
Es muy frecuente que esta enfermedad acompañe otros padecimientos reumatológicos, como, por ejemplo, la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico. La manifestación clínica principal es la resequedad de mucosas (ojos, boca, garganta, vagina, entre otras). La resequedad ocular puede presentarse con ardor, sensación de arenilla y visión borrosa. También, puede ocasionar inflamación en las articulaciones, daño en los pulmones, alteraciones en la sangre o la aparición de bolitas (conocidas como adenopatías) en el cuello.
El tratamiento está enfocado en mejorar la sensación de sequedad y la calidad de vida y debe estar siempre supervisado por un médico reumatólogo. Suelen utilizarse lubricantes oculares, ungüentos o geles tópicos y saliva artificial. En ocasiones es necesario utilizar medicamentos inmunomoduladores según el órgano afectado y la gravedad del síntoma.